DEP Chansey

Mi perra Chansey era una perra mestiza, que vivió muy feliz durante 15 años.

DEP-Chansey

Hija de un padre de raza Yorkshire y madre mezcla de Caniche y Pequinés, Chansey era una perra muy simpática y juguetona, que incluso en sus últimos días de vida tenía ganas de jugar, de hecho siempre fue confundida con un cachorro.


Chansey vivió su primer año de vida con mi gata Manchita y sus últimos ocho años con Dalila, mi perra de raza Rottweiler.

Fue una perra muy mimada y muy querida en casa. Jamás se puso mala, vivió sana y feliz durante sus 15 años.

La muerte de Chansey

En febrero de 2015, de un día para otro perdió la movilidad de parte del cuerpo y empezó a caminar mal. A lo largo de ese mismo día terminó por no poder andar, la poníamos de pie y se caía.

Al llevarla al veterinario, la experta le examinó, le hizo análisis y la perra estaba perfectamente de todo, tenía una salud de hierro para la edad que tenía, y hasta todos los dientes. No había signos de infección, así que la opción que teníamos era saber si tenía un tumor en el cerebro. La cuestión era que las pruebas eran bastante invasivas y requerían anestesia y operación (resonancia magnética y punción del líquido cerebral), así que, en su estado y su edad, no merecía la pena someterla a esas pruebas y hacérselo pasar mal. Durante mes y medio estuvo recibiendo antibióticos y corticoides, reduciendo las dosis paulatinamente, ya que eran muy altas.

La medicación la toleró muy bien, y en dos días mejoró muchísimo. A la semana volvió a la normalidad y no parecía que estuviera mala, de hecho, hasta recuperó bastante capacidad de audición, ya que con la edad se había ido quedando bastante sorda.


El sábado 11 de abril, me tenía que ir de viaje. Mi otra perra estaba muy triste y se lo comenté a mi padre, él también se lo había notado. Me despedí de ellas y les dije como siempre que se portaran bien y que no les pasara nada. En un par de semanas volvería.

Pero el lunes 13 de abril, día de mi cumpleaños, mi madre, me había llamado varias veces, y la tercera, por la tarde, fue para decirme que habían llevado a Chansey a dormir para siempre. Por la mañana se había levantado y se caía a veces, pero nada raro desde que empezó con el tema, de vez en cuando le pasaba cuando se acababa de despertar. Al medio día estaba igual, contenta, bien, patosa.

Por la tarde ya no se tenía en pie: daba vueltas sobre sí misma y tenía la cabeza para un lado, no paraba de babear. Así que mis padres se fueron corriendo al veterinario con ella. Ya no había muchas opciones excepto seguir con la medicación y alargar su sufrimiento. La veterinaria no es amiga de eutanasiar a los perros, pero este caso las opciones eran escasas y esa era la mejor.

Primero le puso el sedante, durmió y el siguiente pinchazo fue la eutanasia. Se durmió con mis padres al lado, acariciándola y dándole besos, acompañada y llena de cariño. Lo que más me dolió fue no estar allí con ella, pero no pudo ser. Lo más importante es que no sufrió.

De Natalia a Chansey

Todos los perros van al cielo, Chasey, tú también.

El cielo de los perros tiene que estar lleno de quesitos, lonchas de pavo y pollo; lagartijas y pajaritos para cazar y seguro que está libre de arrancamoños que se te peguen en las patas.

Hacía un mes y medio que parecía que no podrías más y a base de pastillas he podido disfrutar de ti ese tiempo. Pero tu cuerpo dijo basta y no podíamos dejar que siguieras sufriendo. Me alegro de haberte podido dar una oportunidad y poder estar contigo unos días más.

Gracias por haber estado conmigo estos 15 años, has sido genial y geniales todos los momentos contigo. Te quise desde el primer día que llegaste a casa y te voy a querer siempre.

DEP Chansey: 21/03/2000 – 13/04/2015


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