El amor entre perros y humanos

Cuanto más conozco a las personas, más quiero a mi perro, es la frase que repiten multitud de gente. A día de hoy sabemos el por qué del enamoramiento entre perros y sus dueños.

amor entre perros y dueños

Perros y dueños se procesan amor entre ellos. Las personas quieren a sus perros de forma voluntaria. Los canes profesan un amor hacia sus dueños de forma casi religiosa, un amor idílico, de una forma en la que sólo ellos son capaces de amar. Un equipo científico ha iluminado el proceso de enamoramiento entre perros y amos: retroalimentan su felicidad con miradas a los ojos.


Un equipo de investigadores, dirigidos por el veterinario japonés Takefumi Kikusui, juntaron a 30 perros con sus dueños en una misma habitación durante 30 minutos y analizaron lo que ocurría: miradas, caricias, voces dulces. Midieron la cantidad de oxitocina (la famosa hormona del amor) en la orina de las mascotas y de sus amos, antes y después del experimento.

Las conclusiones apuntaron a que cuanto más se miraban a los ojos perros y amos, más oxitocina segregaban sus cerebros.

El experimento se repitió con lobos troquelados, criados a biberón. El resultado apunto que la oxitocina, componente químico fundamental del cariño que sentimos, no aumentaba.

Realizaron un tercer experimento en el que rociaron oxitocina en el hocico de algunos perros y metieron de nuevo en una habitación con su amo y dos personas desconocidas. Algunas mascotas se quedaron congeladas mirando a los ojos de sus dueños, que a su vez producían más oxitocina, en cantidad correlacionada con la de sus mascotas.

Los resultados respaldaron la existencia de un bucle de segregación de oxitocina que se autoperpetúa en la relación entre humanos y perros, de manera similar a como ocurre con una madre y su hijo. Las conclusiones de este experimento fueron publicados en la revista científica Science. Desde el origen del perro, en su proceso de domesticación, a lo largo de miles de años, los perros evolucionaron para imitar un comportamiento que provocara recompensas y mimos: la mirada de los niños. Kikusi habla de los perros y sus dueños como recitaba Gustavo Adolfo Bécquer: el alma que hablar puede con los ojos también puede besar con la mirada.


Desde el punto de vista médico, las implicaciones del estudio son importantes, ya que los resultados apoyan la terapia con perros para personas con autismo o trastorno de estrés postraumático, dos patologías en las que ya se está empleando la oxitocina como tratamiento experimental.

amor entre perros y sus dueños

Sin embargo, todo este trabajo experimental tiene puntos débiles. Los perros que fueron rociados con oxitocina en el hocico que se quedaron congelados mirando a sus dueños eran todos hembras.

En 2012 se llevó a cabo un estudio en Israel similar en humanos en el que no se hallaron diferencias por sexo: 35 padres y sus hijos de cinco meses fueron el objeto de estudio. Los adultos fueron rociados con oxitocina y ésta subía en paralelo en los niños, fueran niños o niñas.

Los resultados apuntan a la posibilidad de que las perras sean más sensibles a la administración intranasal de oxitocina o, incluso, que la hormona aplicada de forma artificial a los machos pudiera desencadenar un mecanismo de agresividad ante la presencia de extraños.

El húngaro Jozsef Topál, experto en comportamiento animal, publicó en 2009 otro estudio en la revista Science que manifestaba que los perros y los bebés de 10 meses de edad buscaban un objeto en su escondite inicial después de ver que se había cambiado de lugar, debido, en parte, a la mirada engañosa de la persona que lo escondía, que señalaba el escondite original.

Topál echa de menos en el trabajo de Kikusui el experimento con lobos más socializados y entrenados para mirar a los ojos de sus dueños. Incluso los lobos criados a biberón evitan la mirada de sus amos, porque para ellos este comportamiento está ligado a la amenaza, aunque los lobos pueden aprender a comunicarse de manera amable con la mirada, según se demostró en un estudio en 2011. Según Topál, incluir lobos troquelados en los experimentos de Kikusui habría servido para diferenciar si esa mirada lobuna genera también la oxitocina en el cerebro de sus dueños o si se trata de un rasgo únicamente perruno.

De esta manera, la conclusión sobre la coevolución de la relación entre perros y humanos es prematura, ya que no se puede afirmar que el bucle de oxitocina que se autoperpetúa no exista entre las personas y cualquier otro animal que presente comportamientos afiliativos socialmente relevantes, como la tendencia a mirar del hombre. Aunque pensamos que el perro es el mejor amigo del ser humano aún no sabemos si podría serlo cualquier otro animal bien entrenado.

 


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