Max, el perro que cuida a un gato con una discapacidad
Los protagonistas de esta historia se llaman Max y Ralphee, son australianos y su historia ha dado la vuelta al mundo a través de las redes sociales. Una historia conmovedora de amistad entre especies diferentes que cuidan unas de otras.
Aunque se dice que perros y gatos son eternos enemigos, la realidad es otra bien distinta, pueden llegar a ser excelentes camaradas.
Ralphee es una gatita que sufre de hipoplasia cerebelosa, una anormalidad congénita del cerebelo, que hace que sea más pequeño de lo normal, produciendo una desorganización cortical y problemas en la conectividad neuronal. Se debe a una infección viral de la madre en gestación y hace que el gato que la padece sufra problemas motores, temblores, descoordinación y problemas de equilibrio. Ralphee tiene una actitud frente a la vida normal, con sus ganas de jugar y de curiosear, a pesar de sus problemas motrices.
La gata necesitaba atención continua, y era muy temeraria y atolondrada, pero al llegar a casa, un miembro de la familia sintió un fuerte apego por ella casi inmediatamente, por lo que ya tenía quién la atendiese. Ese es Max, un perro ovejero ya mayor, que llevaba una vida tranquila.
Desde entonces, el bonachón de Max vive para cuidar a Ralphee, no se despega de ella y la atiende pacientemente, cosa que no deja de sorprender a sus dueños. Además, Max se ha convertido en el objeto de juegos preferido de Ralphee, quien se abalanza sobre el perro sin piedad y cuando cae al suelo éste la ayuda a levantarse. Forman un gran equipo.
Todos llevan bastante bien la discapacidad de la gata, y día tras día disfrutan de la buena relación que tienen sus mascotas.