¿Qué se siente al querer a un perro?
Querer a un perro es uno de los mayores regalos que te puede dar la vida. Simplemente, porque te hace más humano.
Es normal, que si nunca hayas tenido perro, te preguntes muchas cosas y tengas muchas curiosidad. ¿Cómo será y se comportará conmigo? ¿Será verdad eso de que podremos entendernos sin hablar? ¿De qué incluso podré sentir sus emociones?
Los primeros días de convivencia con un perro son divertidos, pero extraños a la vez. Te llamará la atención eso de que «los perros eligen a sus dueños», porque suele ser una realidad. Él o ella sabrá reconocerte como su amo y al mirarte notarás una gran energía reconfortante, una sensación de protección y a la vez de estar en casa. No es raro o extravagante, sentir esto, ya que la misma pureza y sencillez de ellos, nos invita a conectarnos con nosotros mismos y la Tierra.
Sin embargo, a pesar de ese amor a primera vista, ellos también se guardarán, haciendo que todo tome su tiempo. Ten en cuenta, que ellos también están nerviosos. Están reconociendo un nuevo lugar, una nueva vivienda… son muchas emociones juntas. Puede que al principio te de besitos, pero no se tumbe panza arriba o se duerma a tu lado, con el transcurso de los días lo hará, una vez sientan que todos los aromas y cosas del hogar forman parte de su nueva casa.
A medida que el perro crece, irás conociendo a un ser maravilloso, con un carácter peculiar, e incluso unas manías definidas. La complicidad se gana enseguida, y ellos te entenderán, tanto… que incluso llegarán a distinguir todos tus estados de ánimo.
Cuando los perros son adultos, pueden llegar a ser nuestros mejores amigos, los que nos hablan sin hablar. Ya pasando la edad del juego y «la locura» que suelen tener hasta los 7 meses- el año, buscan ser nuestros protectores. En la edad madura del perro o senior, te darás cuenta de que él o ella necesita todo tu apoyo, ya que con la pérdida de capacidades, sus miedos aumentarán. Te darás cuenta de lo que es la nobleza, la lealtad y sobre todo el amor de un animal noble, como es el perro, un ser que nunca te abandonará a pesar de sus achaques. ¡Como no quererlos!
