Leia y Cuki, las gatas de Lara

Lara nos habla de sus gatas: Leia y Cuki, aunque Cuki ya no vive con ella, Lara la echa de menos, y se apoya en Leia, una gran compañera.

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Lo que Lara nos cuenta sobre Leia y Cuki

He titulado el asunto como «Leia», por ser la gata con la que convivo actualmente, pero no puedo hablar de ella, sin hablar de Cuki.

La primera gata en llegar a mi vida, fue Cuki (de color pardo); mi marido siempre había tenido gatos, y en 2013, una amiga nos habló de una conocida que tenía una gatita a la que necesitaba encontrar otra casa, ya que tanto ella como su hijo estaban teniendo problemas serios de alergia, pero les daba mucha pena no saber en qué manos caería… así que, no nos lo pensamos, y Cuki se vino a casa. Es una gata lindísima, pequeñita, súper cariñosa, tranquila y muy glotona. Su lugar preferido de la casa donde aposentarse, es encima del router, para vigilar bien todo el barrio desde la ventana.

Algo más de un año después, en noviembre de 2015, un compañero de trabajo me comentó que tenía un problema con sus dos gatitas, porque tenía una nueva pareja que resultó tener alergia también… Él las había cogido en una asociación y le daba una pena enorme «devolverlas», así que, finalmente, nosotros nos quedamos con una (Leia) y otro compañero de trabajo, con la otra (Stella) – por desgracia, en aquel momento nos era imposible tener 3 gatos en casa -.

Leia es negra, con unos preciosos ojos amarillitos; también es buenísima; algo asustadiza de primeras, pero luego es muy juguetona y súper cariñosa. Desde el principio, anduvo siempre detrás de mí, y así sigue.

Al principio, Cuki no estaba muy conforme con eso de dejar de ser «gata única», pero acabaron llevándose muy bien, jugando mucho juntas y echándose unas buenas siestas en amor y compañía.

Por circunstancias, mi marido y yo nos hemos separado y, aunque fue difícil tomar la decisión de separarlas también, finalmente Leia se vino conmigo a una nueva casa, y Cuki se quedó con él.

La verdad es que todo este proceso hubiera sido infinitamente más difícil sin ella; se adaptó enseguida al nuevo piso (donde, además, hay unas escaleras que la tienen loca y la mantienen en forma – y que encima están forradas de moqueta, lo que resulta el mejor lugar para enganchar las uñas -) y no puedo describir la alegría que me da llegar a casa y encontrarla en la entrada, maullando – o intentándolo, porque a veces le sale un ruidito que ni es maullido, ni es nada – y haciendo «la croqueta» para que la rasque….

Sin duda alguna, en algún momento adoptaré otra gata, aunque tendrá que ser en otro momento más propicio en que vuelva a tener mi propia casa (donde vivo ahora ya me han hecho «un favor» al dejarme tener una).

Así que, a modo resumen, diré que, junto familia y amigos, Leia ha sido mi gran apoyo en estos momentos complicados.

Fotos de Leia y Cuki



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